Seguridad y libertad



Artículo de opinión publicado en Listín Diario en fecha 2 de noviembre de 2010




PIENSO Y ESCRIBO

Seguridad y libertad


Iranna Flaviá Luciano


Siempre me he preguntado: ¿Qué hay de inseguridad en el cielo donde vuelan las aves? La seguridad y la libertad, dos términos con significados distintos, aunque convergentes, solemos utilizarlos para definiciones tan independientemente marcadas.



Por ejemplo, usamos la palabra libertad cuando hablamos de nación, de independencia, de libre acceso y de la capacidad para la toma de decisiones.



Usamos la palabra seguridad cuando se invierte como país en la conservación del patrimonio y se garantiza la vida del ciudadano en respeto a sus deberes y derechos.



En estos momentos en que la sociedad está sufriendo a consecuencia de los disturbios que a diario ocasionan los inadaptados, es fácil confundir ambos términos.



Una respuesta a una pregunta que hiciera a una joven con 22 años residiendo en la ciudad de New York, hizo que prestara atención a cómo las cosas han dejado de llamarse por su nombre.



Le preguntaba sobre sus anhelos de retornar a la patria que abandonó pero que la vio nacer, y sólo me contestó: Aquí me siento libre. Lo que inmediatamente pensé es que allá se siente segura, después de comentarme todo el contenido de las noticias que circulan de República Dominicana allá.



Muchas preguntas me surgieron después de esto, y medité: ¿De qué nos sirve llegar a tener un sueño, si en sólo un pestañar se puede llegar a perder todo? ¿Hasta dónde se compromete la soberanía de un país cuando avanzan aquellos que no aman la libertad?




Lo cierto es que mientras más lo pienso considero que el país es el gran triunfador cuando le gana la batalla a la delincuencia.



Una vez capturada la confianza y en un clima más tranquilo, el retorno será más inversiones de capitales extranjeros, y más visitas de turistas amantes del sol del trópico.




Seguridad y libertad serán el resultado perfecto, siempre que se blinden ambas.

El valor de los principios


Artículo de opinión publicado en Listín Diario en fecha 4 de diciembre de 2010


Hay muchas iniciativas que merecen ser comentadas en nuestra sociedad. Sobre todo aquellas que incluyen estrategias tan específicas de comunicación, que logran a la vez de transmitir un mensaje influenciar positivamente.


Vivimos hoy en día expuestos a un bombardeo de información, que para bien o mal, se encuentra a sólo un clic o a sólo un botón de lo más susceptible, la juventud.


El marketing de hoy en día es más intenso, la competencia es feroz, se busca lograr las ventas a como dé lugar.


Por esta razón resulta poco común cuando empresas enfocan su estrategia de ventas lejos de las excentricidades.


A lo que me refiero en específico es al anuncio que hace poco difunden los medios de comunicación “El valor de los Principios”, del BHD, donde un joven no acepta la vía del dinero fácil por su futuro en el beisbol.


Son muchas las motivaciones que pueden surgirnos en un momento determinado que nos impulsen a ser entes multiplicadores de aquello que vemos. Una de ellas es cuando vemos “Una luz en el camino”.


Gran reto tienen hoy en día los padres de familia, cuando asumen la responsabilidad de ser depositarios de ciudadanos íntegros, educados, y capaces de tomar decisiones que no afecten a terceras personas.


Por este motivo, merecen ser resaltados los trabajos que el fin justifica los medios; aquellos que nos llaman a predicar con el ejemplo.


Vale la pena reconocer los mensajes que nos enfocan al objetivo, y a nunca desviarte del camino.


Hay que elogiar el contenido que muestra la verdad, aún sabiendo que tiene pocos amigos. Lo que muestra las armas, pero que no va a la guerra.

El mensaje de la campaña El Valor de los Principios merece ser emulado por todo aquel que entienda que de la naturaleza hablan sus acciones.

Come, reza y ama


Artículo de opinión publicado en Listín Diario en fecha 30 de noviembre de 2010



Alguna vez hemos dedicado tiempo en pensar, ¿cuántas veces renacemos? Recientemente tuve la oportunidad de ver la película “Come, reza y ama”, basada en la historia del libro de Elizabeth Gilbert.


Se trata de tres viajes en los que se ve inmerso el personaje central Liz Gilbert, protagonizado por Julia Roberts, que cambiaron el destino de su vida para siempre.


En ella realiza sin muebles, y luego de su divorcio, un recorrido por tres países indistintos en cultura, pero ricos en sus objetivos a lograr.


Viaja en un momento de misterios personales por descubrir en busca de una salida.
Todos estos fundamentos la llevan a un fin único, la búsqueda del verdadero amor y la paz espiritual.


Inicia su amplio recorrido en Italia; disfruta del placer de la buena comida probando todo tipo de platos, incluyendo aquellos “prohibidos” por su alto contenido en carbohidratos.


Aquí logra estrechar vínculos con personas excepcionales, con las que se da la oportunidad de compartir y de ser libre.


Como segundo destino de viaje llega a la India, para vivir una experiencia única de conexión con el alma, y experimentar el poder de la oración.


Un panorama lejos de las comodidades, pero grande en sanación interior.


Luego viaja a Bali, Indonesia, donde practica el poder de la concentración y el equilibrio mediante la meditación.


Aquí conoce el verdadero amor, el que la ayuda a descubrir sus temores.


Es por esta y otras razones que el ser humano renace.


Renacemos cuando reímos, y contagiamos con la alegría de ser la esencia de los demás.


Renacemos cuando perdonamos, cuando pasamos la página, cuando nos damos la oportunidad de oxigenar nuestros pensamientos.


Renacemos cuando viajamos, cuando aprendemos de nuevas culturas, cuando lloramos y cuando callamos.


Comer, rezar y amar, son tantas las cosas que necesita el ser humano, y sólo las más simples son las inolvidables, aquellas que logran llenarnos de emoción.

Despues de un adiós


Artículo publicado en Listín Diario en fecha 20 de noviembre de 2010

¿Después de un adiós qué nos queda? Siempre he reflexionado que la vida es un misterio por si sola, y que la muerte aún sin comprenderla es aún más misteriosa porque no conoce de lealtades, y muere en estricta amnesia.

Dicen que el ser humano se “alimenta de recuerdos”, porque son estos los que mantienen vivas las almas.

¿Y si no existiera la especie pensante para recordar?, ¿Acaso pudiéramos ser testigos de la evolución de las especies y de los momentos para contar?

En el núcleo de nuestra mente siempre existirán los recuerdos de los buenos momentos, aquellos que hacen posible cambiar un instante por alegría.

Estos que nos ayudan a reír, a suspirar, a llenarnos de esperanza.

Si hoy en día nos alimentamos espiritualmente es porque nos llenamos de esperanza; es por esa razón que nos animamos a darle el sí quiero al mundo.

También por la fe y el optimismo nos motivamos a crear, y a traer nuevos cerebros que nos llenarán de espontaneidad.

Después de un adiós queda mucha confianza, queda el momento para planificar el reencuentro con las almas.

Queda el convencimiento motorizado por el mañana, quedan las lágrimas que algún día lograrán secarse para no llorar por dentro.

Quedan las comas, el intervalo abierto, el sí a medias, unos ojos que anhelan despertar, y la satisfacción por el deber cumplido.

Después de un adiós queda también un punto seguido de aquel recuerdo que no muere.

Decir un hasta luego preciso para un alma merecida es oportuno. Adiós don Freddy Beras Goico, a quien siempre admire y recordaré.

Lo que se ignora


Artículo de opinión publicado en Listín Diario en fecha 27 de septiembre de 2010



En el cine como en la vida hay cosas que al verlas, aprendemos, maduramos sus frutos y nos alimentamos con sus esencias; por el contrario existen otras que sólo nos sirven como un sistema de alerta: “Ver y no tocar”.


Las mejores enseñanzas de la vida siempre vienen acompañadas de aquellas herramientas que no volveremos a utilizar.


Siempre que el ser humano presta atención o baja la cabeza, aprende.


Los tropiezos en el camino también hacen que se prevenga con la precaución. Caminar con pasos certeros siempre será necesario antes de llegar a la cima de la escalera de la vida.


Lo muy merecido lo encontraremos en la cúspide, el bono de la sabiduría, con el que podremos vivir más y mejor.


Recientemente, tuve la oportunidad de ver el film de The Joneses, con los actores David Duchovny y Demi Moore.


La película trata de una familia apellido Joneses que se muda a un sector privilegiado de Estados Unidos para vender el sueño americano.


Ellos consumen un estilo de vida que muchos podrían llamar perfecto, con carros lujo, joyas, club de golf, belleza física, etc.


Llegan a ese lugar debidamente planificados para atacar a un blanco de público influenciable a querer imitar la pseudo- realidad ajena.


Los vecinos al compartir con ellos también querían poder presumir de esa felicidad que Los Joneses aparentaban tener de más, apostaban a contagiarse por involucramiento.


Lo que aquellas personas desconocían era el hecho de que el trabajo de Los Joneses era inducir a los demás a consumir sus productos, que en realidad no eran la típica familia feliz y próspera.


Sucesos muy lamentables ocurrieron cuando los demás quisieron ponerse a la par de ellos que vivían en una burbuja, de espaldas de la realidad.


Por esto es que la felicidad siempre debe partir de las propias definiciones. A veces lo que muchas personas ignoran es que para vivir sólo hace falta respirar.

El resguardo del mal


Artículo de opinión publicado en Listín Diario en fecha 09 de octubre de 2010



Siempre he pensado que el mal se resguarda en aquellas almas que han perdido la programación del camino que deben de tomar.


También el mal hace su agosto en aquellos corazones que no han logrado vaciarse de todas las inconsistencias de la vida para llenarse de un propósito.


Lo cierto es que vivimos en un mundo dual; a diario libramos la batalla entre el amor y el odio, entre lo que es y lo que debe ser, entre lo establecido y a lo que me revelo.


En la vida y por ley natural de asociación, todos, querrámoslo o no, pertenecemos a un grupo que a nivel general podríamos dividirlo en dos: El de la luz y el de la oscuridad.


En el de la luz viven las gentes de paz, de amor al prójimo y de simplicidad.


En el de la oscuridad viven aquellos que sólo son posibles de incógnita, en ruta contraria, exentos del real sacrificio.


Estos dos grupos pueden ser similares en características físicas, pero diferentes en el resultado de sus pensamientos.


Nunca he podido imaginar qué pasará por la mente de la persona que asesina, que roba, que se venga desfigurando un rostro.


Lo cierto es que cada causa tiene su consecuencia y cada enlace su desenlace; de nada sirve resguardarse bajo la sombra cuando la claridad del cielo es enorme.


Jhon F. Kennedy dijo en un discurso “No es lo que la nación pueda hacer por ti, sino lo que puedas hacer tú por ella”.


Todos contribuimos a una mejor nación cuando fortalecemos nuestro espíritu, cuando buscamos un objetivo, cuando liberamos el resentimiento, cuando vivimos bajo el resguardo del amor del bien.

El vacío de la superficialidad


Artículo de opinión publicado en Listín Diario el 15 de septiembre de 2010


Siempre que tratamos de interiorizar con nosotros mismos para darnos cuenta del por qué no materializamos nuestros sueños, frecuentemente llegamos a la conclusión de que “No hay peor rival que nosotros mismos”.


Esto pasa cuando tanto el hombre como la mujer buscan fuera aquello que dicen no encontrar dentro, esos extras.


El aroma de cada planta es único, como única es la razón por la que fue creada. Así es cada rostro, cada cuerpo y cada alma, distinta y sin igual.


Ser únicos a veces hace caer en la trampa mortal de la comparación a las almas débiles. Ellas constantemente desvían la mirada y se concentran en aquello que no le es inherente.


Los cánones de belleza, los estereotipos, la tecnología y los ídolos, con mensajes a veces distorsionados, pueden crear daños irreversibles en la autoestima.


Muchos humanos por el simple hecho de no tener ni poseer lo que el famoso tiene, pueden llegar a violentar su patrón, hasta el punto de autodiscriminarse.


Es usual en estos tiempos sorprendernos de ver el cambio profundo que ha sufrido en su estructura una persona que poseía una belleza característica.


Lo que me pregunto es, ¿cuándo el ser humano es más feliz, cuando se acepta tal cual es o cuando intenta ser alguien más? ¿Cuándo es feliz primero?, ¿antes de intentar hacer feliz a alguien más?


En el recorrido del descubrimiento personal siempre necesitaremos apoyarnos en la fuerte columna de la debida orientación de parte de los padres y relacionados.


Es necesario filtrar todo aquello que vemos, aún cuando es hermoso para nuestros

ojos, para evitar ser víctimas de la distorsión de la realidad y de la falsa felicidad.


A veces lo que hace falta para ser felices es una excesiva dosis de positivismo, y de ser capaces de llenarnos en nuestro propio vaso.


Es notorio cómo desde adolescentes mucha mala información está perpetrando y se están viendo afectadas las mentes: el vacío de la superficialidad.