El poder del silencio


Puntos de vista 25 Marzo 2012
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PIENSO Y ESCRIBO
El poder del silencio



Iranna Flaviá Luciano

Dicen que lo contrario al amor no es el odio, sino la indiferencia; que somos dueños de lo que hablamos y de lo que callamos.

Cuando cerramos los ojos comienza el descanso del cerebro para su revitalización.

Cuando los labios se juntan, descifrar lo que se piensa es interpretación de cada quien.

Contamos con el sentido del habla para comunicar nuestras necesidades, anhelos y como una forma de relacionarnos.

Sin voz se hace difícil ser, es por medio del diálogo que muchas personas logran descubrirse.

Hablar forma parte integral de cada quien, siempre va a ser necesario comunicarnos, ya que forma parte de nuestra cotidianidad.

Cuando todas las cosas guardan un perfecto equilibrio, solemos aguardar y actuar en su momento.

Muchas veces el deseo de comunicarnos se convierte impulso, reacción, y se pone a merced de la provocación.

Para algunos hablar es su mejor arma.

La reactividad ante alguna situación juega en partida doble, podemos aprovechar el momento y decir lo que tenemos que decir, como también podemos coronar a los demás.

El silencio es considerado como inmaculado y el mejor de los compañeros, ya que no compromete, forma parte de la prudencia y no oprime a aquel que sabe guardarlo.

Por algo es considerado hasta en los mejores momentos, como meditar; es necesario para organizar las ideas, para analizar, para aprender y como auto-control.

Más aprendemos cuando callamos porque recibimos información, que cuando hacemos el despliegue de toda nuestra capacidad interrumpiendo a los demás con lo que ya sabemos.

Algunos dicen que quien calla otorga, redefiniéndolo más bien diría que quien no responde hace que los demás saquen sus propias conclusiones, las mismas que sacarían si les habláramos.

Todos gozamos del beneficio de la duda, lo nunca dejaremos de ser es aquello que decimos.

Para siempre


Puntos de vista 11 Marzo 2012





PIENSO Y ESCRIBO
Para siempre



Iranna Flaviá Luciano

Para muchos la palabra siempre es un simple derroche de pensamientos para algo que pudiera ser considerado susceptible al cambio.

Como seres humanos venimos al mundo como un patrón consistente en busca de su forma.

Para nuestro cerebro operar, necesita de estructuras sensoriales que han sido previamente imaginadas.

Es por esto que existen como estimulación de los sentidos los colores, los sonidos, y las formas. A nivel emocional determinamos y esquematizamos qué nos mueve. Es en base a una necesidad que emergen los personajes.

Inicialmente estos personajes salen a la luz porque se atreven, trascienden al ser vistos por muchos, y es con el tiempo que por su calidad se posicionan.

Aún sin conocerles, por costumbre o porque nos deleita su autenticidad, forman parte de nuestra cotidianidad,

Llegan a ser tan queridos hasta el punto que les reservamos un espacio en días y horas en nuestras vidas.

Es por muchas razones que hasta llegamos a considerarlos como vitalicios; lejos está imaginar que un día su cuerpo dejaría sola un alma que comparte.

Rafael Corporán de los Santos fue un hombre conocido por todos porque llegó a ser el toque de queda de los sábados.

Demostraba que la ayuda al prójimo y el entretenimiento eran más que sus temas favoritos.

Para llegar a ese nivel se necesitan de condiciones espirituales, y de un propio convencimiento que trascienda.

Su figura siempre será un referente para las futuras generaciones de la televisión, y su legado continuará.

Cuando una persona busca su realización personal, apuesta a sí mismo. El estrecho hasta donde llegará el final de su desarrollo lo determinará su alma.

Si como televidente pudiera definir a Rafael Corporán de los Santos: Diría que fue una persona que dio mucho de sí mismo y que para siempre vivirá en nosotros.