Puntos de vista 21 Octubre 2012
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PIENSO Y ESCRIBO
La crisis de amistad surge en algunas personas
dependiendo de
cómo cambian los tiempos.
Hay épocas en las que el ser humano no
necesita de la compañía
de los demás, pues las tiene todas.
Es en ese instante cuando nacen en su mayoría
aquellos que dicen
llamarse amigos, se suman buscando coincidencias en
la infancia, en
el trabajo y estudios.
En el desarrollo de esa simpatía llegan a sentirse
tan cómplices,
que hasta llevan anotaciones del mínimo detalle
sobre gustos y preferencias.
Cuando las condiciones cambian, son esos mismos que
gritan por su falta
de respaldo y compañía.
No tardan en llegar a hacer leña del árbol caído, y
de repente les deja de
parecer interesante tu vida, tu salud, y tus
finanzas. Atrás quedaron palabras
como: Me haces falta, eres mi mejor amigo, y los
beneficios que se recibieron
a cambio de esa amistad.
Son las clásicas personas cambiantes que
llegan a ti en el momento en
que más les conviene. Cómo identificarlos? Simple,
cambian su actuación
dependiendo de lo que consiguieron o no. Si antes
eran íntimos, ahora pasan
a ser simples conocidos.
En cuanto al trato, si antes te ovacionaban, te
colocaban alfombras rojas
y luces para que caminaras, ahora te las retiran
contigo de pie. Todo pasa
a ser bélico, y emerge el personaje del malo favorito
en las conversaciones de
grupo.
Lo anterior nos lleva a reflexionar que no todo el
que se acerca sin conocer
sus intenciones puede ser considerado como amigo. La
amistad al igual
que el vino nos revela en el tiempo que tan dulce o
tan amargo puede ser
el trago de una bebida que pudo haber sido
exquisita.
En cuestión de amistad se pone a prueba que tan
amigos somos de
nosotros mismos.
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