Magnetismo. El Arte de la Atracción

 
PIENSO Y ESCRIBO
 
Iranna Flaviá Luciano
La atracción es el encanto de traer cosas o personas hacia ti.
Generar emociones no es un sentimiento que se crea con sólo
sentirlo.

Existe toda una maquinaria de persuasión, que en determinado
momento logra su objetivo.

Como mercancía en anaquel, coloca a la persona o materia
prima en sí; pero esta no garantiza la vigencia, ni el aumento
en el gusto de los demás.

Definir popularidad es como definir misterio, es el paso de
un ser humano que en su diario vivir se comporta igual a sus
semejantes, a no pasar por imperceptible.

El éxito es buscado por muchos, en lo terrenal precede al
reconocimiento público.

Muchos intentan definirlo como una fórmula que pudiera
despejarse en variables como belleza, proyección, y
preparación profesional.

En un mundo donde los gustos son tan relativos, el efecto
click, viene dado como un elemento de fascinación,
que como fotografía mental frisa un espacio de tiempo,
que inmortalmente queda grabado en el hemisferio izquierdo del cerebro.

Es mirar, no olvidar, preguntar, empaparse, que las personas
vengan sin ser convocadas.

La atracción es esa luz que viene innata en un porcentaje
mínimo de personas, tanto así, que para salir a relucir,
sólo se necesita haber estado en el lugar y la hora precisa.

Como todo en la vida, atraer no es puro encanto, su destello
puede llegar a molestar a alguien más.

Cuenta la leyenda de la serpiente y la luciérnaga, que un día
la serpiente comenzó a perseguir a la luciérnaga.

Agotada la luciérnaga de esta persecución, le hace tres
preguntas a la serpiente: ¿Pertenezco a tu cadena alimenticia?
La serpiente contesta no.

¿Yo te hice algún mal? No, volvió a responder la serpiente.

¿Por qué quieres acabar conmigo? ¡Porque no soporto verte
brillar!

Pienso y luego escribo, el magnetismo al igual que la
ley de conservación de la materia, ni se crea ni se destruye,
sólo se transforma.

De la grandeza de las personas

 Puntos de vista 7 Agosto 2013
 PIENSO Y ESCRIBO
 
http://www.listindiario.com.do/puntos-de-vista/2013/8/7/287441/De-la-grandeza-de-las-personas
 
IRANNA FLAVIÁ LUCIANO
 
De la grandeza de las personas hablan sus palabras.

El sonido de la voz y el lenguaje, es la manera de un ser
humano comunicar aquellos sentimientos que se encuentran en su
interior.

Las personas pueden dividirse en dos categorías:
Los felices, que fluyen sin quejas por la vida en armonía
con su hoja de ruta; y los inadaptados.

El individuo feliz, aún sin ser perfecto, sabe cómo y
cuándo aplicar su propia inteligencia emocional.

En la otra categoría, observamos la de los inadaptados,
que son personas que aún teniendo el privilegio de respirar,
de habitar, se eximen de expresar satisfacción por su vida.

Presumen de conocerse, de tener experiencias, amigos y
relaciones, pero no viven más que de la supuesta interpretación
del mundo exterior.

Quien es feliz elige a sus amigos, casi siempre pocas
personas de calidad; pero también saben como apartarse
para disfrutar de su propia soledad.

Quien es feliz se aleja de las murmuraciones,
evita hacerse acompañar por personas que tienen por
 norma despotricar al prójimo.

El inadaptado vive preso de sus arrebatos, crea situaciones
ficticias y enemigos favoritos; es despectivo al hablar,
intolerante, e irrespetuoso.

No conoce la palabra freno, es capaz de cuando se siente
amenazado, de intentar comprometer con sus comentarios
a la persona más discreta.

Interiormente es desleal, carece de principios, sólo ve la
conveniencia; poco le creen quienes le conocen.

Dice el refrán que no se puede servir a dos amos,
cuando con el primero busca controlar, y con el segundo
manipular.

Quien es feliz no juzga a nadie, disfruta de su tiempo de vida,
y sabe, que si osara a hacer precisiones de valor sobre alguien,
deberá tener sobrada calidad moral.

De la grandeza de las personas hablan bien sus palabras,
y el carisma con las que se desarrollan.