Puntos de vista 14 Abril 2014
La sobreestima es uno de los males de la personalidad
más avasallantes del siglo XXI.
Su nombre se asemeja a lo que conocemos como el álter ego,
actitud que emerge del interior, se desarrolla, y
agranda con el paso del tiempo.
El ego en su estado natural sin estar hinchado,
le sirve a las personas para no dejarse pisotear,
e impedir la construcción de nidos en su cabeza.
En otro punto existe lo que llamamos la autoestima;
esa que existe en el plano mental de aquellos que se
aprecian, y que se ven justamente como lo que son, y
tienen para dar.
Con la presencia de la sobreestima las cosas se complican;
en este aspecto la percepción padece de un estado aumentado,
a través del cual se miran las cosas.
Los personajes que emergen a raíz de ella,
parecerían sacados de una tira de cómic,
viéndose a sí mismos como la súper persona,
o la súper heroína.
Para quien se sobreestima, todo recae en agenciarse
ser centro de atención, ya que están convencidos de que:
Mejor público pendiente, a público que ignora.
La adulación en este sentido es un mal necesario,
y se demanda a raudales, en todas las formas y terrenos posibles.
Quien se sobreestima olvida su ubicación en el planeta,
porque se cree flotando fuera de el, pisando en el.
Deja de lado su ser, sin preocuparle trabajarlo,
viendo la perfección en todas sus actuaciones,
resultándole más fácil señalar con el dedo acusador a los demás.
Quiere por todas las vías convencer de que nada en la
abundancia, sin reconocer que el dinero es una cosa,
por lo tanto es para ser usado; su importancia es coyuntural,
y perecedera.
Pienso y luego escribo: Entre la sobreestima y la autoestima
existen dos caminos desiguales y desproporcionales;
la primera exige reconocimiento, la otra sabe que lo tiene.
más avasallantes del siglo XXI.
Su nombre se asemeja a lo que conocemos como el álter ego,
actitud que emerge del interior, se desarrolla, y
agranda con el paso del tiempo.
El ego en su estado natural sin estar hinchado,
le sirve a las personas para no dejarse pisotear,
e impedir la construcción de nidos en su cabeza.
En otro punto existe lo que llamamos la autoestima;
esa que existe en el plano mental de aquellos que se
aprecian, y que se ven justamente como lo que son, y
tienen para dar.
Con la presencia de la sobreestima las cosas se complican;
en este aspecto la percepción padece de un estado aumentado,
a través del cual se miran las cosas.
Los personajes que emergen a raíz de ella,
parecerían sacados de una tira de cómic,
viéndose a sí mismos como la súper persona,
o la súper heroína.
Para quien se sobreestima, todo recae en agenciarse
ser centro de atención, ya que están convencidos de que:
Mejor público pendiente, a público que ignora.
La adulación en este sentido es un mal necesario,
y se demanda a raudales, en todas las formas y terrenos posibles.
Quien se sobreestima olvida su ubicación en el planeta,
porque se cree flotando fuera de el, pisando en el.
Deja de lado su ser, sin preocuparle trabajarlo,
viendo la perfección en todas sus actuaciones,
resultándole más fácil señalar con el dedo acusador a los demás.
Quiere por todas las vías convencer de que nada en la
abundancia, sin reconocer que el dinero es una cosa,
por lo tanto es para ser usado; su importancia es coyuntural,
y perecedera.
Pienso y luego escribo: Entre la sobreestima y la autoestima
existen dos caminos desiguales y desproporcionales;
la primera exige reconocimiento, la otra sabe que lo tiene.
