Puntos de vista
8 Septiembre 2012
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De ego no hay nada escrito, la parte simple del
ser humano es la humildad.
Cuando se trata de ser tú, basta con actuar sin mirar a quien. La humildad es la condición del ser humano que emerge en los momentos de mayor complejidad; no proceder acorde a ella nos somete al juicio simple. Ésta no tiene que ver con decisiones, todos por nuestra condición de humanos merecemos ser tratados justamente, como nos gustaría que nos trataran, con respeto a la dignidad. Una fibra muy sensible de nosotros queda expuesta por la forma como procedemos. La humildad no tiene que ver con confianza, pues sólo las experiencias nos dicen en quien creer. Los años nos van dando unas herramientas esenciales en las situaciones de crisis: el beneficio de la duda y la observación callada... sin contaminación. Las actuaciones siempre se evalúan como reacción, no como defensa ni precaución. Nunca será lo mismo actuar con lo que tenemos, que con aquello que no teníamos. En la falta de humildad encontramos apego, que no es más que el miedo a perder el objeto de nuestra seguridad; también la defensa de causas ajenas a nosotros. Nos ancla y nos ayuda a reflexionar tomar como referente que en nuestros días un día todos moriremos; que la vida es efímera. Hacer el bien y saber manejarse al final es lo que cuenta, esto nada tiene que ver con debilidad ni con la falta del cumplimiento. No tenemos nada, sólo la vida, y es prestada; al amigo lo probamos en las desventuras. El arte de la humildad nos enseña que el mundo es la lucha constante por aquella supremacía que sólo la tiene Dios, y que las personas son ellas y sus circunstancias. |
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