PIENSO Y ESCRIBO
El amor y el interés son dos sentimientos que emergen
de forma potente; siempre conducen a algo.
Muchos dicen que el predecesor del amor es el interés,
porque sólo a través de éste somos capaces de manifestar
aquello que sentimos.
El interés, en sus primeras etapas, es un sentimiento puro
y simple, siempre y cuando éste no sea manipulado.
Jamás será lo mismo estado de atención,
que olfatear la conveniencia.
El amor es otro de los efectos en el ser humano,
que sólo puede ser reconocido cuando nos encontramos
cuidando de aquello que nos hace bien.
Como humanos tendemos a admirar la lealtad de las mascotas.
Estas sólo saben estar en el momento preciso para dar
compañía y el cariño reservado.
Por instinto cuidan-protegen a aquellos que han sabido
suplirle de sus necesidades, sin importar que tan difícil
hayan sido los tiempos.
Las mascotas no poseen una mentalidad que les indique
cómo pueden actuar según sea el momento, y mutarse
de color para ganar el beneficio.
Una prueba irrefutable de que sentimos amor, es el temor
a perder.
El interés se da en todo tipo de relaciones, de amistad,
de pareja, de familia; su residencia permanente está
ubicada en el intercambio.
Es cuando se agota esa fuente de beneficio,
que el interesado voltea su rostro, olvida lo vivido y
se aleja; todo por temor a comprometerse y a arriesgarse
por aquello que ya no da frutos.
Dicen que el amor es ciego, y nada es más cierto;
éste no conoce de caras, ni modelos, ni de números,
ni de tiempo; sólo sabe abastecerse a sí mismo.
Aquello que sientes, y que tienes que buscarle una
definición dentro de ti, nunca será amor; cuando el
amor existe, toma asiento.
Pienso y luego escribo: Dicen que el amor y el interés
se fueron un día al campo, pasó el tiempo y evolucionó,
y ya tiene ojos y ve.
porque sólo a través de éste somos capaces de manifestar
aquello que sentimos.
El interés, en sus primeras etapas, es un sentimiento puro
y simple, siempre y cuando éste no sea manipulado.
Jamás será lo mismo estado de atención,
que olfatear la conveniencia.
El amor es otro de los efectos en el ser humano,
que sólo puede ser reconocido cuando nos encontramos
cuidando de aquello que nos hace bien.
Como humanos tendemos a admirar la lealtad de las mascotas.
Estas sólo saben estar en el momento preciso para dar
compañía y el cariño reservado.
Por instinto cuidan-protegen a aquellos que han sabido
suplirle de sus necesidades, sin importar que tan difícil
hayan sido los tiempos.
Las mascotas no poseen una mentalidad que les indique
cómo pueden actuar según sea el momento, y mutarse
de color para ganar el beneficio.
Una prueba irrefutable de que sentimos amor, es el temor
a perder.
El interés se da en todo tipo de relaciones, de amistad,
de pareja, de familia; su residencia permanente está
ubicada en el intercambio.
Es cuando se agota esa fuente de beneficio,
que el interesado voltea su rostro, olvida lo vivido y
se aleja; todo por temor a comprometerse y a arriesgarse
por aquello que ya no da frutos.
Dicen que el amor es ciego, y nada es más cierto;
éste no conoce de caras, ni modelos, ni de números,
ni de tiempo; sólo sabe abastecerse a sí mismo.
Aquello que sientes, y que tienes que buscarle una
definición dentro de ti, nunca será amor; cuando el
amor existe, toma asiento.
Pienso y luego escribo: Dicen que el amor y el interés
se fueron un día al campo, pasó el tiempo y evolucionó,
y ya tiene ojos y ve.
