PIENSO Y ESCRIBO
La envidia es un sentimiento inferior que guarda estrecha relación
con los pensamientos mal encausados.
Se desarrolla en un plano mental que no premedita inicio,
magnitud, ni tiempo de caducidad.
Comienza cuando se detecta un objeto o persona al cual se le da
el valor de superior, pero que se tiende aún admirándolo, a
equilibrar la balanza desmeritándolo.
El envidioso inicia una especie de acecho o seguimiento,
que busca escudriñar todo lo que guarde estrecha relación con
lo envidiado, para detectar sus fallos.
Todo lo que represente una derrota en la vida de ese ser
humano, se traduce en felicidad para el que le envidia;
si por el contrario triunfa, se experimenta una sensación de
devastación.
Podemos detectar a un envidioso, cuando al referirse a alguien
en particular sólo inventa puras calumnias y ajusta historias,
siendo muchas veces el que menos le conoce.
La belleza y la inteligencia ocupan los primeros lugares en
cuanto a envidia se refiere, ambas no pueden comprarse en el
mercado.
El poder y el dinero ocupan el tercer y cuarto lugar, pero a
diferencia de los primeros, pueden llegar a adquirirse y
mantenerse con astucia.
Cuando se siente envidia sólo se vive en la oscuridad,
se especula a espaldas, es una de las fuentes inagotables de tormento.
Cuando no se envidia, se resalta el lado positivo de los demás,
se evita juzgar, y no se habla de aquello que no se conoce.
El que no siente envidia es humano, reconoce sus puntos
fuertes y débiles, no se compara, ni se cree perfecto, está feliz
con lo que Dios le ha dado, y se sabe único.
La envidia pecado capital sólo la sufre quien la padece.
con los pensamientos mal encausados.
Se desarrolla en un plano mental que no premedita inicio,
magnitud, ni tiempo de caducidad.
Comienza cuando se detecta un objeto o persona al cual se le da
el valor de superior, pero que se tiende aún admirándolo, a
equilibrar la balanza desmeritándolo.
El envidioso inicia una especie de acecho o seguimiento,
que busca escudriñar todo lo que guarde estrecha relación con
lo envidiado, para detectar sus fallos.
Todo lo que represente una derrota en la vida de ese ser
humano, se traduce en felicidad para el que le envidia;
si por el contrario triunfa, se experimenta una sensación de
devastación.
Podemos detectar a un envidioso, cuando al referirse a alguien
en particular sólo inventa puras calumnias y ajusta historias,
siendo muchas veces el que menos le conoce.
La belleza y la inteligencia ocupan los primeros lugares en
cuanto a envidia se refiere, ambas no pueden comprarse en el
mercado.
El poder y el dinero ocupan el tercer y cuarto lugar, pero a
diferencia de los primeros, pueden llegar a adquirirse y
mantenerse con astucia.
Cuando se siente envidia sólo se vive en la oscuridad,
se especula a espaldas, es una de las fuentes inagotables de tormento.
Cuando no se envidia, se resalta el lado positivo de los demás,
se evita juzgar, y no se habla de aquello que no se conoce.
El que no siente envidia es humano, reconoce sus puntos
fuertes y débiles, no se compara, ni se cree perfecto, está feliz
con lo que Dios le ha dado, y se sabe único.
La envidia pecado capital sólo la sufre quien la padece.
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