Del amor, y el odio

 
PIENSO Y ESCRIBO
 
Iranna Flaviá Luciano
La vida del exitoso es el secreto mejor guardado; algo así como una mezcla
de todo.

Como todo lo que es seguido por muchos, tiene su toque de misterio.
La mágica receta no revelada.

Para que las influencias existan tienen que tener grabadas en la mente del
seguidor la parte sentimental.

Dos querencias igualmente poderosas pueden desarrollarse en la vida de
los humanos. La prevalencia marca la razón.

Una de ellas es el amor, un pensamiento depurado, sano y sensible, que se
retroalimenta a si mismo.

El otro es el odio, un padecimiento con igual fuerza que el amor, pero
de raíces extrañas, crece como la maleza en tierra de nadie.

Experimentarlo es posible en aquellos pechos donde puede germinar.

El amor en sí es una causa. Sus consecuencias son las que nos unen como
hermanos.

No se debilita ante la ignorancia, permanece para demostrar que es fuerte.

La vida de un líder se resume en etapas que van formando la figura,
muchas de éstas desconocidas por muchos.

Es como un espiral que se contrae y se extiende, pero que se mantiene
vigente.

El carácter es uno de los factores más visibles en el accionar de los líderes,
así como lo son sus férreas condiciones.

Son pocos los líderes que han prevalecido por mucho tiempo en el gusto
popular, tratando de agradar a todos, y ante la más mínima queja,
complaciendo.

Abrirse paso en un mundo donde todos intentan controlar no es tarea
fácil.

Cuando muere un líder, no mueren sus acciones. Es una grabación que
queda en pausa, para seguir siendo escuchada luego.

Un acto, una obra de amor, la sensibilidad hacia el que nada tiene,
es eterno. Eternas son las palabras, eternos los hechos, eterno el carisma.

Entre el amor y el odio, el amor es el común denominador.
Existió primero. Paz a los restos del presidente Hugo Chávez Frías.


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