Oraciones contestadas


Punto de vista 7 de octubre 2012

PIENSO Y ESCRIBO
Iranna Flaviá Luciano
No existe una sola hoja de un árbol que se mueva o caiga sin que
Dios antes lo consienta. Algunos encontrándose en pleno uso de sus
facultades se les olvida que existe Dios.

La visión que llegan a tener respecto a él surge como un paño de lágrimas,
para el momento de necesidad.

Ciertos lo claman para ser vistos en la iglesia, otros para aquietar viejos
sentimientos de culpa.

Algunos entienden que por medio a la fe pueden lograr subsanar la maldad
de su corazón y llegar a ser aceptados por la sociedad.

Creen que pueden convencer de que están hechos de un mejor material.

Hacen ver que entre el cielo y la tierra son los iluminados, y como el santo
profeta Moisés, son los encargados de llevar a los fieles a la tierra prometida.

Lo cierto es que en algunos casos por su discurso interminable, podemos ver
como se maneja mucha falta de sinceridad.

Para los mansos de corazón no hace falta presumir de Dios, de antemano
están convencidos de que son obra y gracia de él.

Se reconocen como obra imperfecta, saben que para hacer el bien solo
basta con actuar como Dios espera que lo hagamos.

Están conscientes de que existe el mal, pero aún conociendo las estrategias
para llevarlo a cabo, se apartan de el, le temen a Dios y evitan provocar su furia.

Para Dios no existe nada oculto, conoce nuestros planes desde antes de nacer.

La manera como Dios nos prueba siempre permanece oculta, se revela así
como célula cuando llega a ser órgano, y conocemos sus funciones vitales.

Las oraciones contestadas son como la oruga, que llegado el tiempo abre sus
alas y emerge como mariposa. 

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