El orgullo inadaptado


Puntos de vista 12 Febrero 2012





PIENSO Y ESCRIBO
El orgullo inadaptado



Iranna Flaviá Luciano

Cuando todo no es risa, el orgullo es todo llanto.

En personas humildes el orgullo no encuentra una puerta por donde entrar; las cerraduras están a prueba de llaves.

En momentos en que las cosas están en su sazón, surgen las oportunidades. Éstas vienen sin llamarlas.

Se presentan ante nosotros como el ejército más fiel y organizado, a la hora y en el lugar preciso.

Solemos llamarnos los seres humanos adaptados, a razón de que ante posibles circunstancias podríamos salir a flote.

Para la adaptación existe una variante que debemos reconocer, y es la naturaleza de cada uno.

Ésta nos permitirá evaluar quiénes somos y cómo vemos la vida.

Otro factor que nos acompaña en nuestra naturaleza es la resistencia al cambio, aunque solemos acostumbrarnos a él.

El orgullo se vale de momentos cruciales para dominar, sobre todo de aquellos cuando más se necesita de las otras personas.

Muchas personas reflejan felicidad en su rostro, otras comunican mucha tristeza. Algunas en medio de una situación límite se niegan a buscar del consejo de un amigo.

Se limitan a caer en un vacío existencial por no querer, y en ocasiones no conocer, la ruta de cómo comunicar sus penas por medio del diálogo.

Buscan refugio en el orgullo solitario, se deprimen más y más, perdiendo el privilegio de encontrar soluciones y salir.

Existen otros recursos ante la pérdida de confianza ante el mundo, y es escribir.

Cuando escribimos nuestro propio diario, podemos sacar eso que nos pasa, reflexionar, separar los tiempos y priorizar.

Tenemos la oportunidad de liberarnos, de dejar en el papel aquello que no es necesario, y si es posible botarlo.

Un orgullo inadaptado confía en que: Cuando hay puertas que se cierran, otras se abrirán con más amor.

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