El resguardo del mal


Artículo de opinión publicado en Listín Diario en fecha 09 de octubre de 2010



Siempre he pensado que el mal se resguarda en aquellas almas que han perdido la programación del camino que deben de tomar.


También el mal hace su agosto en aquellos corazones que no han logrado vaciarse de todas las inconsistencias de la vida para llenarse de un propósito.


Lo cierto es que vivimos en un mundo dual; a diario libramos la batalla entre el amor y el odio, entre lo que es y lo que debe ser, entre lo establecido y a lo que me revelo.


En la vida y por ley natural de asociación, todos, querrámoslo o no, pertenecemos a un grupo que a nivel general podríamos dividirlo en dos: El de la luz y el de la oscuridad.


En el de la luz viven las gentes de paz, de amor al prójimo y de simplicidad.


En el de la oscuridad viven aquellos que sólo son posibles de incógnita, en ruta contraria, exentos del real sacrificio.


Estos dos grupos pueden ser similares en características físicas, pero diferentes en el resultado de sus pensamientos.


Nunca he podido imaginar qué pasará por la mente de la persona que asesina, que roba, que se venga desfigurando un rostro.


Lo cierto es que cada causa tiene su consecuencia y cada enlace su desenlace; de nada sirve resguardarse bajo la sombra cuando la claridad del cielo es enorme.


Jhon F. Kennedy dijo en un discurso “No es lo que la nación pueda hacer por ti, sino lo que puedas hacer tú por ella”.


Todos contribuimos a una mejor nación cuando fortalecemos nuestro espíritu, cuando buscamos un objetivo, cuando liberamos el resentimiento, cuando vivimos bajo el resguardo del amor del bien.

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