Artículo de opinión publicado en Listín Diario, en fecha 20/11/2011
El ser humano es lo que se dice a si mismo.
No importa si las palabras que se repite mentalmente sean buenas o malas, aún así predominan en su nivel de pensamiento.
Poseer una alta autoestima para algunos no es más que un botón que se activa en un momento de necesidad; la verdad es que es indispensable como referente de nuestra personalidad.
La dignidad es una bandera que ondea a lo alto en el individuo lúcido, indica la permanencia o retirada de una situación.
Nos invita a salir en momentos en que no somos bienvenidos.
En los últimos años hemos observado como se hacen presentes en algunas personas los actos de violencia. Estos detonantes nos indican una enfermedad a diagnósticar.
Son muchas las personas que por la vida que han vivido, no tienen la facultad de escuchar su voz interior, y arrastran cadenas de amargura desde muy temprana edad.
Como no han tenido un buen soporte que les diera seguridad y les enseñara a confiar, buscan refugio aferrándose a personas, a objetos, y a comportamientos.
Esto, se puede traducir en mecanismos de supervivencia, que se activan en momentos en que no se puede establecer un modelo de comparación, ni tomar control de las emociones.
Cuando un ser humano sufre, se encuentra frecuentemente irritable y le falta motivación hacia la vida, necesitará que se le preste atención y cuidados especiales.
La salud mental se refleja en aquellos que se aceptan tal cual son, y que entienden que son los únicos responsables de su felicidad.
El miércoles 23 de noviembre de 2011 a las 4:30 de la tarde, en el Parque Mirador Sur, acudamos junto a la Procuraduría General de la República en su caminata Tolerancia cero hacia la violencia contra las mujeres.
Porque aceptarse no es una condición, es la afirmación constante de que valemos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario