Artículo de opinión publicado en Listín Diario, en fecha 18/12/2011
La religión es para los creyentes, como las artes para los artistas; así, la política es para los políticos.
En una oportunidad estuve conversando con una persona a la que revertí una estadística que utilizó.
Él aseguraba mientras miraba un noticiario que el mundo se acabaría en el 2012, puesto que todo lo que estaba ocurriendo antes no se había visto.
Actualmente esta persona entiende que el proceder de los humanos tendía el 80% hacía el mal, y sólo un 20% al bien.
Inmediatamente me detuve ante el comentario y noté que aún respiraba, por lo que opte por un momento en escuchar brisa de afuera.
Luego de esto, me integré al dialogo y argumenté que el mundo aún es posible sólo con la fórmula invertida; es decir, calificando con un 80% a la bondad y un 20% a su antónimo.
El tema de la política fascina a todos los que ejercitan sus cerebros, en su desarrollo se maneja la estrategia como materia viva, y se planifica y se controla la respuesta.
En esta carrera no solamente importa la oportunidad, sino los jugadores, no se toma en cuenta únicamente la habilidad, sino la preferencia; aquí no sólo se aprende a ganar, sino a reconocer su lugar. Aún así, compiten jugadores dedicados y pacientes, que saben jugar con sus propias cartas, aguardar su turno y esperar en silencio.
El más apto domina muy bien las enseñanzas del boxeo, cuando utiliza en la práctica retroceder un paso atrás para dar el mejor de los golpes.
La política encanta en momentos en que se coloca como actor principal, y rechaza papeles en los cuales se ataca el lado débil del contrario y se insiste en el hasta debilitarlo.
Así como un buen fruto sólo procede de una buena raíz, en el juego del poder como el agua, mientras más limpia más sana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario