El oro competido


Iranna Flaviá Luciano

Es motivo de satisfacción y de orgullo para todo el pueblo dominicano, el poder celebrar como país el triunfo en las olimpiadas de Beijing de una medalla de oro.

Una medalla de oro, sinónimo de esfuerzo, nobleza y determinación es como una luz al final del camino.

Al comparar nuestra situación como país, en donde el delinquir insiste en ocupar los primeros puestos de aceptación en nuestra vida social, y ver como otros se motivan a competir sanamente, nos dice que todo no esta perdido, que hay esperanzas.

El grito del dominicano es hacia el exterminio de la delincuencia. Unidos son más aquellos que procuran pertenecer a una sociedad civilizada, en donde se respeten los derechos y se cumplan con los deberes.

Hacer del deporte parte integral de nuestra rutina de vida, es una conclusión para decir que perturbar el sosiego de los ciudadanos sólo ha sido una opción para aquellos quienes extrañamente quieren ver el país sumergido en el caos, mas que por necesidad.

Contar con el mérito de ganar una medalla de oro, es lo mismo que decir que “para muestra un botón”, consumar que sí, que se puede, que todos podemos ser oro.

El deporte, disciplina que puede ser practicada por ambos géneros y en cualquier edad,
aparte de contribuir con el mejor desempeño de nuestro organismo y hacernos competitivos, es una forma de decir presente ante el mundo con la frente en alto.

A este país con tantas necesidades le hace falta todo. Es oportuno destacar lo preciso que es impulsar el desarrollo del deporte. Si queremos retornar la inversión ciudadanos correctos, hay que iniciar por invertir.

Dominicanos, cada nombre que se eleva es un mérito para nuestra nación. Agreguémosles a la fórmula Féliz(x) x 2 coeficientes con mayor valor número, para obtener más productos de luz.

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