La apuesta fantasiosa


Iranna Flaviá Luciano

Los juegos nacen del deseo de presumir que se controla por simple lógica o cálculos, una situación del azar que no depende directamente de las personas.

Aunque el vicio juego no sea considerado un delito, en ocasiones corroe física y psicológicamente a terceros. Es una trampa donde mismo hombre y toda su propiedad caen voluntariamente a la deriva en medio de este desenfreno.

El azar aún cuando se pretenda agarrar de las manos es escaso y antisocial. Para los que creen en el, su estado civil casado con el destino de unos pocos.

La mentalidad producto de la apertura de los nuevos tiempos ha unido virtualmente al mundo, como producto de las debilidades de este plan se han formado individuos altamente fantasiosos.

Estos subestiman el sentimiento y crecen bajo el lema “somos lo que tenemos” si queremos ser aceptados.

El que juega se vale de las apuestas para intentar estar al lado de las metas inalcanzables. Aún cuando las condiciones no están a su favor se aferran al árbol sin sombra en busca de más pérdida y vacío.

Reconociendo esta necesidad los cazadores de sueños y compradores de mentes con historias para la venta preparan la trampa mortal y es hay en donde muere el perdedor y nace el ganador.

Lo que resulta difícil de comprender es como en medio de esta crisis, esta actividad avanza a paso de vencedores y nos invade, aún cuando palpamos los bolsillos y nuestra cabeza y observamos como se incrementa la pobreza.

A diario escuchamos de las voces de las clases más desprotegidas lamentándose de la escasez, lo que resulta irónico a la hora de evaluar lo rentable que se ha convertido el juego, como si este pasara factura a la crisis.

Cuando un ser humano le duele su familia y piensa a conciencia actúa evaluadamente. Aquel que conoce lo que cuesta el dinero ni por lujo gasta en ilusiones.

Así como el que abre el baúl de la Pandora, que desencadena un vicio y libera a otros. La apuesta a ganar siempre descansará en aquellos que procuran estudiar y trabajar.

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