Pago por la tentación


Iranna Flaviá Luciano

Ni prohibida, ni permitida, “la profesión mas antigua del mundo” ha alcanzado niveles espeluznantes en nuestra sociedad. Este drama callejero calificado como un “mal socioeconómico”, mueve millones de dólares a costa de la dignidad.

El término prostitución que proviene del latín “prostitutio” y que a la vez proviene de otro término latino “prostituere” significa “exhibir para la venta, deshonrar o manchar”.

Este negocio que evade las relaciones afectivas y las emociones, es ejercido por niños, niñas, hombres y mujeres. Los orígenes de estas prácticas sexuales se localizan inicialmente en Sumeria, la antigua Roma y la Grecia Clásica.

En la prostitución el azar no existe, por esta razón hombres y mujeres para venderse al mejor postor, basan sus estrategias de persuasión vistiendo de forma provocativa, utilizando como complemento el maquillaje y los peinados exagerados.

Estados Unidos, Europa, Asia y las islas del Caribe son citados geográficamente como los principales atractivos para estos fines. En República Dominicana, los puntos de Boca Chica y Sosua son ofertados a los extranjeros como “paraíso sexual”.

Lo que más alarma a la población es la prostitución infantil, donde los menores a temprana edad se enfrentan a un mundo hostil, expuestos a toda clase de vejaciones y peligros.

El tráfico de mujeres de la denominada “vida alegre” a otros países, es otro de los traumas de nuestra sociedad. De acuerdo a publicaciones realizadas recientemente por el Consejo de Orientación e Investigación Integral, miles de dominicanas han sido atrapadas por las redes de prostitución internacional.

Dentro de las causas comunes por las que hombres y mujeres tienden a incursionar en ese mundo se citan: Precarias condiciones económicas, bajo nivel académico, traumas, depravación, inmoralidad, entre otras.

El riesgo a contraer enfermedades venéreas y/o SIDA, maltrato físico, embarazos no deseados, traumas psicológicos y emocionales, degradación de la persona, perdida de la independencia y falta de protección son algunas de las consecuencias de dar o recibir estos “servicios”.

Por esto es necesario hacer un llamado a la prevención por medio de campañas masivas al sexo responsable. Es preciso limpiar nuestra imagen ante el mundo, enviándoles un mensaje claro donde se promocione el trabajo digno del dominicano.

Es oportuno realizar operativos policiales donde se retiren hombres y mujeres que se dediquen a estas prácticas de las principales avenidas. Luego, en coordinación con las diferentes secretarías crear los espacios donde se les preste ayuda psicológica y física y se cree la necesidad de generar puestos de trabajo.


Es preciso, que padres y la sociedad en general estén vigilantes para que esta red de prostitución no continúe reclutando a niños y niñas que en el futuro puedan ser jóvenes talentos y contribuyan a hacer grandes aportes a la nación.

“Hombres y mujeres, la prostitución no es una opción para subsistir. Es una trampa infalible, una sentencia de por vida”.

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