Pedir en Santo Domingo



Iranna Flaviá Luciano

En los últimos diez años se observa en Santo Domingo un incremento en el número de hombres, mujeres y niños que deambulan por las intersecciones de las más concurridas avenidas, pidiendo limosnas, vendiendo frutas, flores, artículos eléctricos, auto-adornos, accesorios de teléfonos celulares o abalanzándose a los vehículos para “lavar” sus cristales.


Son personas que se presentan en condiciones físicamente precarias y sin ningún tipo de regulación. Se aprovechan de sus características para poder llevar a acabo esta práctica próximo a los semáforos de la ciudad capital, muchas veces desafiando la velocidad de los autos.


Uno de los aspectos que más llama la atención es que dentro de estos grupos de personas figura el segmento de la población más sensible: Niños, en edades comprendidas entre los 7 y 12 años; adolescentes de 12 a 17 años.


El drama se agiganta con las mujeres haitianas que llevan en sus brazos a recién nacidos y en plena vía tocan los cristales de los vehículos implorando una ayuda. El peligro es mayor porque están rodeadas de otros hijos menores que corren de un lado en medio de los vehículos.


Hombres y mujeres con partes del cuerpo mutiladas o con limitaciones físicas, a causa de accidentes o deformaciones innatas, ancianos, entre otros, conforman el ejército de los pedigüeños.


Parece no importarle la condición del tiempo: Un sol que quema, pavimento ardiente o lluvia que empapa.


En el mismo lugar, se encuentran realizando otras actividades hombres y mujeres, debidamente organizados y regulados, con horarios establecidos por parte de sus empresas, para la venta de periódicos, tarjetas telefónicas prepagadas y helados. Generalmente están entrenados ante los riesgos que representan las calles.


Los puntos cruciales que son explotados, debido a la cantidad de personas que transitan por esas vías a distintas horas, son las intersecciones de la avenida 27 de Febrero con Tiradentes, Abraham Lincoln, Winston Churchill y Núñez de Cáceres. Así como los empalmes que se encuentran a lo largo de las avenidas Sarasota y Bolívar, que hacen esquina con las avenidas Lincoln, Churchill y Núñez de Cáceres.


Muchas veces las actividades de estas personas inciden en que se produzcan accidentes de tránsito, a veces hasta con distraer a los ocupantes del vehículo. El conductor por evitar atropellarlos prefiere hacer colisión con otro vehículo.


Esta situación es muy preocupante para el país, ya que día a día, es más el número de personas de esta ciudad capital, que se motiva a desempeñar actividades diversas en las calles, sin contar con los controles necesarios por parte de las autoridades, para ir organizando con conocimiento de causa esta problemática social.


Uno de los elementos que influyen en el problema es la paternidad irresponsable. Parejas que sólo han engendrado hijos, y vez de asumir su compromiso como padres, sacan a los menores de las escuelas para ponerlos como carnada y dedicarlos a pedir limosnas, exponiendo a estos a un medio peligroso.


Allí no existe la guarda, la debida supervisión y cuidado, y ante todo este cuadro está ausente el efecto que se genera en estos mozalbetes, que son blancos fáciles para ser explotados sexualmente.


Los muchachos de las calles están a un paso de caer en acciones delincuenciales, muchas veces ya han caído. Robos, venta y consumo de drogas forman parte de su historial.


Dentro de las factores desencadenantes que crean el protagonismo de estas personas en la vía pública, según una encuesta realizada a finales de marzo del presente año en Santo Domingo, en los diferentes puntos, los resultados arrojaron que: Un 30% dijo, que el motivo por el cual realizaban esas actividades en esos lugares se debe a la falta de oportunidad de empleos, un 25% dijo, ser indocumentado haitiano por lo que los empleadores muestran mucha resistencia para darles oportunidades de empleos, un 15% opinó que los niños y los ancianos con limitaciones físicas son un blanco fácil para que la ciudadanía pueda cooperar y de esta manera la familia sobrevivir.

Un 10% contestó que vivían de sus micro-negocios donde son su propio jefe y que en esos lugares se encuentran clientes potenciales que pueden ser inducidos a comprar algunos de los artículos que se ofertan, 8% sostuvo que no contaban con el apoyo familiar para salir de sus crisis económicas, por lo que tenían que hacerse cargo por su propia cuenta, y un 2% dijo venir de generaciones de familias en donde es normal ganarse la vida “buscándosela” en las calles.


Es necesario por el bien de todos nuestros habitantes, y en procura de un mejor futuro para nuestros hombres, mujeres y niños(as), fomentar cultura de conciencia social en todos los medios de comunicación donde se les informe a la ciudadanía sobre los efectos desencadenantes que estas acciones generan.


Hacer un llamado a la paternidad responsable, en procura de la guarda que por derecho le corresponde a los niños(as) de esta sociedad, donde los padres deben de proveerles de todas sus necesidades básicas de alimentación, vestimenta y techo, sin que sean los menores los que lleven el sustento al hogar.


Es necesario hacer un llamado a las autoridades fronterizas para que se fortalezcan los controles de la entrada de inmigrantes haitianos para que esto genere la disminución de las personas que vagan en estas vías en procura de un sustento.


También, se impone fortalecer los planes de empleos para que cuando sean retiradas estas personas de estas vías cuenten con el recurso de una fuente de trabajo que se genere y de esta forma no tener excusas para andar en las calles, y a su vez que se regulen las ventas de ciertos artículos fuera de la vía de tránsito, para que solo transiten en las calles y como esta establecido conductor y su vehículo. Así tendremos una ciudad y una sociedad mejor organizada.

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