Limitada saciedad


Iranna Flaviá Luciano

Intensa, crónica y desesperada es la voz de todo el pueblo dominicano que sufre de graves limitaciones a la hora de comer saludablemente.

El hambre que es una sensación natural que sentimos en nuestro estómago, nace desde el momento en que el ser humano es concebido, contando con una participación activa y constante a lo largo de la vida.

Este llamado a extender la vida, pulsante e hiperactivo, promete no pasar desapercibido; no puede ser obviado o excluido de la rutina diaria de un ser humano. Atrae en su majestuoso ir y venir el oportuno abastecimiento del combustible consumido por el cuerpo.

El agua y los alimentos además de ser imprescindibles para vivir, ameritan ser nutritivos y saludables. En ellos deben estar presentes en cantidades adecuadas las proteínas, lípidos, glúcidos, vitaminas y minerales necesarios diariamente por el organismo.

Estos nutrientes serán los encargados de velar por la producción de energías suficientes para realizar nuestro trabajo, pensar y aprender. Son vitales para el buen crecimiento y desarrollo del cuerpo en los niños.

La problemática que se presenta en la República Dominicana es que la población actualmente por el nivel desproporcionado de pobreza que sufre, esta siendo atacada despiadadamente por la terrible enfermedad que puede ser tratada del hambre.

La desnutrición infantil es lo que mas impacta, por ser la causante de muchos decesos y de innumerables crecimientos irreparables. Hoy en día muchos padres de familia se encuentran de manos cruzadas y bajo presión sin poder hacer frente a estómagos hambrientos que esperan sin reparos ser alimentados.

Lo que resulta peculiar ante esta situación, es que siendo nuestro país eminentemente agrícola, capaz de competir en el mercado internacional por la calidad de la producción de los alimentos, se encuentre abatido por esta precariedad.

Es por esta razón que urge como país incentivar la producción agrícola. Urge como país abaratar el costo de la canasta básica. Urge como país la colaboración de todos los sectores para ayudar en esta sublime causa. Urge como país acabar con el hambre y la miseria.

El estomago del hambriento no espera. Estar vivos es la batalla interna diaria consciente o inconsciente que se libra por subsistir.

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